Dopamina y serotonina: el delicado equilibrio entre recompensa y castigo en el cerebro humano. Implicaciones para la educación y el aprendizaje

Cuando hablamos de motivación, aprendizaje y salud mental, dos neurotransmisores suelen llevarse el protagonismo: la dopamina y la serotonina. Ambos son moduladores químicos fundamentales que influyen en cómo percibimos las recompensas, cómo evitamos los castigos y, en última instancia, cómo tomamos decisiones en la vida diaria.

Un metaanálisis reciente publicado en JAMA Psychiatry (Mkrtchian et al., 2025) ha revisado más de un centenar de estudios para responder a una pregunta clave: ¿ejercen la dopamina y la serotonina funciones distintas en los procesos de aprendizaje por refuerzo (reinforcement learning, RL) en humanos?

Los resultados son claros: sí, aunque las diferencias son más sutiles de lo que podría pensarse. Esta entrada explora qué significa este hallazgo, cómo afecta a nuestra comprensión del cerebro y qué implicaciones tiene para el tratamiento de trastornos como la depresión o la ansiedad.


Dopamina y serotonina: dos mensajeros con funciones distintas

La dopamina se ha asociado históricamente con la búsqueda de recompensas. Es la molécula que nos impulsa a repetir conductas que resultan placenteras o beneficiosas, como comer, socializar o alcanzar un logro. La serotonina, en cambio, ha sido más difícil de encasillar. Aunque popularmente se le asocia con el “bienestar”, la investigación apunta a que su papel está más ligado a la inhibición, el control del comportamiento y el aprendizaje a partir del castigo.

Lo interesante es que, a nivel clínico, tanto los fármacos dopaminérgicos como los serotoninérgicos (como los antidepresivos ISRS) pueden ser igual de eficaces en el tratamiento de la depresión. Esto había generado un debate: ¿si ambos sistemas cumplen funciones distintas, por qué los medicamentos que actúan sobre ellos producen beneficios similares?


El marco del reinforcement learning (RL)

Para comprender la investigación, hay que introducir brevemente el concepto de aprendizaje por refuerzo. Este es el proceso mediante el cual el cerebro ajusta la conducta en función de recompensas (resultados positivos) y castigos (resultados negativos).

El RL no es un proceso único, sino un conjunto de mecanismos más específicos:

  1. Aprendizaje de recompensa y castigo: aprender mediante prueba y error qué acciones generan beneficios o pérdidas.

  2. Sesgos pavlovianos: tendencias automáticas a acercarse a lo positivo o evitar lo negativo.

  3. Descuento de la recompensa (reward discounting): valorar menos una recompensa cuanto más lejana o costosa resulte.

  4. Vigor de respuesta: la energía y rapidez con la que actuamos para conseguir algo.

El metaanálisis de Mkrtchian y colaboradores analizó estos subprocesos en más de 100 estudios con voluntarios sanos, manipulando farmacológicamente la dopamina o la serotonina.


Una nota acerca de los orígenes del aprendizaje por refuerzo

El aprendizaje por refuerzo (reinforcement learning, RL) tiene sus raíces en la psicología conductista, especialmente en el trabajo de B. F. Skinner en los años 30 y 40.

🔹 Skinner y el condicionamiento operante

Skinner desarrolló la idea de que la conducta podía moldearse mediante recompensas y castigos.

En su famosa “caja de Skinner”, utilizaba animales (palomas, ratas) para mostrar cómo la entrega de comida (refuerzo positivo) o la retirada de un estímulo desagradable (refuerzo negativo) incrementaban la probabilidad de repetir una conducta.

También estudió cómo los castigos reducían conductas indeseadas.

🔹 De Skinner a la neurociencia

Lo que hoy llamamos reinforcement learning en neurociencia y ciencias computacionales es una evolución de esas ideas.

La diferencia es que ahora no solo observamos la conducta, sino que entendemos qué mecanismos cerebrales y neuromoduladores (como dopamina y serotonina) sostienen ese aprendizaje.

La dopamina, en particular, se ha vinculado a la señal de “error de predicción de recompensa”, un concepto que conecta los modelos conductistas con modelos computacionales del cerebro.


Qué encontraron los investigadores

Dopamina: motor de la recompensa

  • Aumenta el aprendizaje de recompensas: los participantes eran más capaces de identificar qué acciones llevaban a un resultado positivo.

  • Incrementa el vigor de respuesta: actuaban con más energía y rapidez cuando había un incentivo de por medio.

  • Reduce el descuento de la recompensa: estaban más dispuestos a esperar o esforzarse por recompensas más grandes en lugar de conformarse con las inmediatas.

  • No mostró efectos claros en el aprendizaje de castigos.

En otras palabras, la dopamina impulsa la motivación y el aprendizaje basado en lo positivo.

Serotonina: guardiana del castigo

  • Mejora el aprendizaje a partir del castigo: los participantes aprendían mejor a evitar acciones con consecuencias negativas.

  • Favorece sesgos pavlovianos aversivos: tendencia a inhibirse en situaciones asociadas al castigo.

  • También reduce el descuento de la recompensa, aunque probablemente a través de mecanismos distintos a los de la dopamina: en lugar de aumentar el atractivo de la recompensa, parece que modula la percepción de los costos (tiempo o esfuerzo).

  • No tuvo efectos consistentes en el aprendizaje de recompensas.

En resumen, la serotonina se asocia más con la inhibición, la cautela y el aprendizaje a partir de experiencias negativas.


Implicaciones clínicas

Los hallazgos tienen gran relevancia para la salud mental y la farmacología psiquiátrica.

  • Depresión y anhedonia: se sabe que las personas con depresión presentan dificultades en el aprendizaje por refuerzo, especialmente en el procesamiento de recompensas. Esto sugiere que los fármacos dopaminérgicos podrían ser más eficaces en pacientes cuya sintomatología principal es la falta de motivación o placer.

  • Ansiedad y evitación: por otro lado, el papel de la serotonina en el aprendizaje de castigos refuerza su vinculación con los trastornos de ansiedad, donde predomina la evitación y la inhibición conductual.

  • Medicina personalizada: en el futuro, tareas sencillas de RL podrían usarse como biomarcadores conductuales para decidir si un paciente responderá mejor a un tratamiento dopaminérgico o serotoninérgico.

Esto marcaría un avance frente al modelo actual de ensayo y error en el tratamiento farmacológico de la depresión, donde muchos pacientes deben probar varios fármacos antes de encontrar el adecuado.


Limitaciones del estudio

El metaanálisis también reconoce limitaciones importantes:

  • La mayoría de estudios se realizaron en voluntarios sanos, no en pacientes con depresión o ansiedad.

  • Los métodos para manipular la serotonina, como la depleción de triptófano, son discutidos por su fiabilidad.

  • Existe heterogeneidad en las tareas y resultados, lo que dificulta sacar conclusiones definitivas.

  • No hubo estudios que compararan directamente la dopamina y la serotonina en un mismo experimento.

Aun así, los resultados aportan evidencia sólida de que ambos neurotransmisores tienen funciones diferenciadas en el aprendizaje por refuerzo.


Una mirada al futuro

Los hallazgos de este metaanálisis apuntan a una conclusión clave: la dopamina y la serotonina no son intercambiables, sino complementarias. Cada una regula distintos aspectos de cómo aprendemos y nos adaptamos a las recompensas y castigos.

Esto abre la puerta a un enfoque más matizado en el tratamiento de trastornos psiquiátricos:

  • Usar tareas de RL para evaluar a los pacientes.

  • Identificar patrones individuales de procesamiento de recompensa y castigo.

  • Personalizar la medicación según la alteración predominante en cada caso.

En paralelo, estos resultados también invitan a refinar los modelos computacionales del cerebro, integrando la compleja interacción entre ambos sistemas neuroquímicos.


Conclusión

El cerebro humano utiliza la dopamina y la serotonina como dos lenguajes diferentes para guiar nuestra conducta:

  • La dopamina nos empuja hacia lo deseable.

  • La serotonina nos frena frente a lo dañino.

Este delicado equilibrio entre avance y cautela, entre motivación y control, es esencial para la adaptación y la supervivencia.

Entender mejor cómo funcionan estos sistemas no solo nos acerca a desentrañar los misterios de la mente humana, sino que también nos ofrece nuevas herramientas para tratar la depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales.

El metaanálisis de Mkrtchian y colegas (2025) marca un paso decisivo en esa dirección, mostrando que detrás de los síntomas psiquiátricos hay mecanismos cognitivos específicos que, algún día, podrían guiar tratamientos más precisos y efectivos.


📌 Palabras finales: Cuando pensamos en dopamina y serotonina, no debemos verlas como simples “moléculas de la felicidad”, sino como engranajes de un sofisticado sistema de aprendizaje que nos enseña cuándo avanzar y cuándo detenernos. Y en esa danza entre recompensa y castigo, se juega gran parte de lo que somos como seres humanos.


Implicaciones en educación: dopamina, serotonina y el aprendizaje en el aula

Aunque el estudio de Mkrtchian y colegas (2025) se centra en farmacología y salud mental, sus resultados ofrecen lecciones valiosas para la educación, especialmente desde el enfoque de la NeuroEducación, que busca tender puentes entre las neurociencias y la práctica pedagógica.

1. El papel de la dopamina en la motivación del estudiante

La dopamina está claramente asociada con el aprendizaje de recompensas y la motivación vigorosa. Esto significa que los estudiantes aprenden mejor y se implican más activamente cuando:

  • Perciben recompensas claras (reconocimiento, logros, retroalimentación positiva).

  • El esfuerzo se asocia a beneficios tangibles o emocionales.

  • Existen retos alcanzables que generan sensación de progreso.

En términos pedagógicos, esto subraya la importancia de un sistema de refuerzos positivos que no se limite a las calificaciones, sino que incluya la celebración de avances y la creación de experiencias de logro.

2. La serotonina y el aprendizaje a partir de los errores

La serotonina, según el metaanálisis, está más vinculada al aprendizaje por castigo y a la inhibición conductual en contextos aversivos. En el aula, esto se traduce en que los estudiantes también aprenden de los errores y de las consecuencias negativas, pero:

  • El exceso de castigo o retroalimentación negativa puede generar inhibición y bloqueo.

  • En cambio, un uso cuidadoso de la corrección ayuda a consolidar aprendizajes y a evitar repetir fallos.

  • La clave está en transformar el error en oportunidad de aprendizaje, no en fuente de miedo.

3. Equilibrio entre dopamina y serotonina en el aprendizaje

El cerebro necesita un balance:

  • Demasiada dopamina podría llevar a la impulsividad o la búsqueda de recompensas inmediatas.

  • Demasiada serotonina, a la excesiva cautela o evitación del riesgo.

En educación, este equilibrio se refleja en diseñar experiencias donde los estudiantes tengan tanto espacios de exploración motivadora (dopamina) como momentos de reflexión crítica y corrección (serotonina).



4. Personalización del aprendizaje

Al igual que en la clínica los hallazgos sugieren tratamientos más personalizados, en educación se pueden aplicar principios similares:

  • Algunos estudiantes responden mejor al refuerzo positivo (perfil “dopaminérgico”).

  • Otros necesitan más acompañamiento en la gestión del error y la tolerancia a la frustración (perfil más sensible a la “serotonina”).

  • Incorporar evaluaciones formativas y estrategias diferenciadas puede ayudar a atender estas diferencias individuales.

5. Relevancia para la NeuroEducación

Este estudio respalda una idea central de la NeuroEducación: aprender no es solo procesar información, sino también gestionar emociones, motivación y expectativas. Las bases neuroquímicas del refuerzo nos recuerdan que:

  • La motivación escolar no se “enseña”, se cultiva.

  • La retroalimentación debe diseñarse como un estímulo neuromodulador, que active tanto la búsqueda de recompensas como la capacidad de aprender del error.

  • La didáctica que combina refuerzo positivo, manejo constructivo del error y desafíos ajustados está alineada con cómo funcionan los sistemas dopaminérgico y serotoninérgico en el cerebro.


👉 En resumen, el mensaje para los futuros neuroeducadores es claro: enseñar es también regular la química motivacional del cerebro. Crear entornos de aprendizaje donde la dopamina impulse la curiosidad y la energía, y la serotonina permita aprender de los errores sin miedo, puede ser una de las claves para optimizar la enseñanza y el aprendizaje en el siglo XXI.

Referencia

Mkrtchian, A., Qiu, Z., Abir, Y., Erdmann, T., Dercon, Q., Sedlinska, T., Browning, M., Costello, H., & Huys, Q. J. M. (2025). Dopamine and serotonin differentially associated with reward and punishment processes in humans: A systematic review and meta-analysis. JAMA Psychiatry, 82(8), 818–829. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2025.0839

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