Por David Block, Ardmore, Pennsylvania Cuando una serie de retinas desprendidas dejó a Andre Watson completamente ciego a los 11 años, su madre se volvió sobreprotectora. Rara vez le permitía salir y jugar con otros niños. Ya no podía pasar el rato en el centro comercial o el cine con sus amigos. Estaba atrapado en su casa, pero había un consuelo: le permitieron pasar innumerables horas hablando por teléfono. Este fue su primer paso en el camino para convertirse en un psicólogo. Las personas se sentían cómodas abriéndose a él por teléfono y en persona, porque descubrieron que su ceguera se estaba desarmando. A Watson le gustaba escuchar los problemas de las personas y descubrir qué los hizo hacer ciertas cosas. Los niños que él conocía, incluso las chicas populares, confiaban en él. A veces, esto le molestaba. A veces, esas chicas populares le contaban cosas sobre chicos en particular. "No me miraban como a otro hombre, sino como una persona ciega e inofensiva", di...
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