El estómago tiene su propio cerebro
Michael Mosley
Domingo, 15 de julio de 2012
Para muchos de nosotros nuestro
estómago parece ser una suerte de misterio, pero un nuevo estudio revela
las sorprendentes maneras en que nuestro sistema digestivo ejerce
control sobre nuestro apetito y humor. No todos tenemos la oportunidad de observar nuestro propio proceso digestivo en acción. Rodeado de gente en el Museo de
Ciencias de Londres, recientemente presencié cómo un copo de avena que
había ingerido en el desayuno era envuelto, triturado y expuesto a los
ácidos hasta ser finalmente expulsado hacia mi intestino delgado, como
un puré cremoso llamado quimo. Una cámara en miniatura en forma de píldora recorrió todo mi sistema digestivo proyectando imágenes en una pantalla gigante.
Su primera parada fue mi estómago, cuyo complejo
trabajo está bajo el control de lo que a veces es llamado el pequeño
cerebro: un conjunto de redes neuronales que recubren el estómago y el
sistema digestivo. Sorprendentemente, existen alrededor de 100 millones de estas células en el estómago, tantas como en la cabeza de un gato. Este pequeño cerebro no piensa en una forma tan
compleja, pero es fundamental para el proceso diario de trituración de
alimentos durante la digestión, y en la mezcla y absorción que ayudan a
la correcta extracción de los nutrientes y vitaminas que necesitamos.
El pequeño cerebro del estómago está formado por un conjunto de de redes neuronales.
Las hormonas que producen hambre
Para alojar una gran cantidad de comida el estómago tiene que dilatarse, partiendo del tamaño de un puño hasta convertirse en un recipiente con una capacidad de cerca de dos litros.Solíamos pensar que los músculos receptores en el estómago le decían al cerebro cuándo estaba lleno para que dejáramos de comer. Pero parece ser que las señales de hambre producidas por el estómago son más sofisticadas que eso. El entender este mecanismo le ha permitido a los médicos tratar a Bob Lakhanpal, padre de cuatro niños, quien muy difícilmente se siente lleno, sin importar lo mucho que coma.
Cuando comemos, la comida tarda 20 minutos para ir del estómago al íleon. Hace seis años sufrió un paro cardíaco a la edad de 28 años. Para ayudarlo a perder peso le hicieron una bypass gástrico. Podríamos pensar que reduciendo el tamaño del
estómago de Lakhanpal sería suficiente para resolver este problema, ya
que cuanto más pequeño es el estómago, menos uno come. Pero de acuerdo al cirujano Ahmed Ahmed del Charing Cross Hospital de Londres, parece ser que esa idea no es cierta. El pensamiento moderno es que al realizar esta
cirugía se producen varios cambios hormonales y químicos que afectan los
niveles de sensación de hambre y satisfacción, que a su vez causan la
pérdida de peso. "La cirugía gástrica de Lakhanpal sirvió para
separar y aislar una parte de su estómago que produce la grelina, una
hormona que parece jugar un rol crucial en provocarnos la sensación de
hambre", explica Ahmed. Los médicos esperan que, tras la operación, se
detenga la producción de la grelina. Su nuevo estómago reducido fue adherido al
intestino delgado, a una sección conocida como el íleon, que segrega un
tipo diferente de hormona digestiva responsable de nuestra sensación de
estar llenos.
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